Cosas que escandalizaron a nuestras abuelas

Las abuelas de un país sirven para tomarle el pulso a la penetración de la modernidad en la sociedad. Hasta que las abuelas no son modernas no se puede decir que un país es moderno.

España se ha querido vender como un país moderno cuando esas cosas en realidad llevan su tiempo. Si no, miren unas cuantas cosas que escandalizaron a nuestras abuelas.

“Belle Epoque” de Fernando Trueba

Las abuelas que ya no iban al cine decidieron volver para ver “esa película española que había ganado el Oscar”. Esperaban otra “Volver a empezar” de Garci y se encontraron con una una comedia fresquísima al más puro estilo Billy Wilder que retrataba una España que no aparecía en los libros oficiales del franquismo. Pero claro, eso de un cura que jugaba a las cartas en el puticlub del pueblo, republicanos que solo se les ponía dura con su mujer mientras esta estaba con un rico que le pagaba los caprichos de una desastrosa carrera en el mundo de la zarzuela, jovencitas ligeras de cascos y un jovencito que se las follaba a todas no les hizo nada de gracia. Además decían muchas palabrotas y salían cochinadas.

“Póntelo, pónselo”, el anuncio de la campaña contra el SIDA

Corría el año 1990 y las muertes por SIDA eran alarmantes. El gobierno de Felipe González, a través del ministerio de educación y del ministerio de sanidad ponen en marcha una campaña de divulgación sobre el uso del preservativo como único medio eficaz para evitar el contagio del VIH.

En el anuncio, un profesor recto y severo, que perfectamente podía haber sido del opus, encontraba un preservativo. Ante la pregunta de “de quién es esto” (evita usar el nombre) primero se levanta el chico, pero poco a poco se van sucediendo el resto de compañeros al grito de “mío”. El anuncio tenía un trasfondo importante de rebeldía para los jóvenes con sus mayores: no importa lo que digan tus padres, no importa lo que digan tus profesores, tu salud es cosa tuya. Además incluía el lado femenino de la relación: pónselo. Ahora ellas también decidían.

Pero claro, todo esto a nuestras abuelas les parecía un escándalo. El mero hecho de sacar un preservativo en televisión les resultaba ofensivo. Ellas que nunca habían tenido educación sexual preferían que esas cosas siguieran sin hablarse. Recuerdo que mi abuela me contaba que cuando era pequeña, tenía tal desconocimiento de la sexualidad que entre sus amigas corrían distintas explicaciones sobre cómo las mujeres se quedaban embarazadas. Unas decían que era cuando un hombre te agarraba el dedo meñique, otras que solo si eso sucedía de noche…

Dana International, ganadora de Eurovisión en 1998

Viva laDiva, viva Viktoria, Kleopatra

Ninguna se dio cuenta viendo la final del concurso de Eurovisión. Era simplemente una canción movita que ganaba Eurovisión como tantas otras. El escándalo vino al día siguiente cuando fueron a comprar la fruta, el pescado o al ambulatorio. Por todos lados había rumores de que era un travesti, una transexual o algo similar. “¡Pero cómo va a ganar un travesti Eurovisión!”, “¡Hasta dónde hemos llegado!”, “¿Pero está operado?”, “Si tenía voz de mujer”, “Ya le notaba yo algo raro”, “Es que no sé cómo dejan participar a países que no son cristianos en Eurovisión” fueron las frases más escuchadas aquella mañana. Y todas hablaban de la ejemplar mujer que era Massiel.

La visibilidad de la ropa interior

No es solo que empezaran a anunciar la ropa interior en la televisión o que José Luis Moreno organizara pases de ropa interior en aquel programa tan visto por las abuelas, “noche de fiesta”. Es que tenían que verlo por la calle. Ellas acostumbradas a las enaguas y las combinaciones no podían sino escandalizarse al ver a las pizpiretas muchachas enseñar con orgullo sus tangas por la calle y a los muchachos con pantalones “cagaos” enseñando todas las variedades posibles de boxers.

 

 

2 thoughts on “Cosas que escandalizaron a nuestras abuelas

  1. Aún recuerdo al heterísimo de mi hermano mayor ponerse a babear cuando salió a cantar Dana aquel año de 1998 —muy especial para mí por razones que aquí no vienen a cuento—. Y también recuerdo, por supuesto, la cara que se le quedó cuando se enteró de que aquel bellezón hebreo había nacido hasta con prepucio. Impagable.

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