Tipos de maricas: mamones

Después de unas cuantas entradas en este blog sobre ópera, política, meriendas es hora de retomar una de las series que más peticiones tiene: tipos de maricas.

Nuestro tipo de marica de hoy es el marica mamón. Aunque todo aquel al que le guste comerse una polla es un poco mamón, el marica mamón lleva esta fascinación por la acción de comer polla hasta el extremo absoluto. Al marica mamón no le gusta que se la coman a él, solo quiere comer él. El marica mamón puede pasarse una hora de reloj comiendo una polla sin reclamar ninguna atención sexual para él. Al marica mamón le puedes follar la boca, o puedes dejar que te la coma a su ritmo. Hay maricas mamones que incluso ni se quieren correr ellos. Son capaces de cruzarse media ciudad para ir, comértela, y volverse a su casa sin descargar ellos. Para un marica mamón no hay nada mejor que dar placer a su mamado. Los maricas mamones aman las pollas por encima de todo. Los maricas mamones son una bendición para todos esos maricas que les gusta que le coman la polla. Hay maricas mamones que disfrutan más cuando el tipo al que se la están comiendo pasa olímpicamente de ellos y esta a su bola mientras ellos se la comen.

¿Y como se descubre a un marica mamón? En un principio no te lo dicen, claro, a no ser que lo hayas conocido en alguna página de contactos, el grindr o algún chat. Pero si lo conoces en una discoteca te puedes dar cuenta cuando te arrastra al baño, os encierra, se pone de rodillas y empieza a comertela con ansias. Ese es un marica mamón. Si sin embargo te lo llevas a tu casa con intención de follártelo, y rápidamente se pone a chuparte la polla, y ves que no para, y tu eres feliz, y no para y no para… ese es un marica mamón. Si sin embargo aquello acaba siendo un polvo normal, pero a la mañana siguiente te despierta con una mamada completita, es muy probable que sea un marica mamón (o alguien muy agradecido por el polvazo que le echaste la otra noche). O si se va, y a los dos días te manda un sms diciendo “puedo ir a tu casa a comértela un rato?”, es un marica mamón.

Yo he conocido a muchos maricas mamones a lo largo de mi vida, más de lo normal diría yo, no se si porque mi polla es un imán para ellos o por qué. Para ejemplo, algunas anécdotas que resultan graciosas:

  • Durante un tiempo de mi vida, un amigo se venía a casa los típicos domingos de resaca a ver cine clásico… y a comerme la polla. Era un mamador cinéfilo.
  • Un tipet (catalán) que no recuerdo cómo conocí, quería que me liara un porro y me lo fumara mientras me la comía. Me la acabó comiendo muchas veces.
  • Un brasileño con el que estaba hablando en un pub, al enterarse que vivía cerca me dijo “subo a tu casa y te la como un rato?”. Dije que sí. Creo que en algún momento le besé apasionadamente después de que me la comiera, y al irse me dijo: “me das tu teléfono? Es que quiero volver a verte, es difícil encontrar a alguien que bese tan bien”. Se lo di, claro, porque a mi esas cosas bonitas me enamoran. Vino a casa unas 5 ó 6 veces más y alternábamos sus mamadas maravillosas con otras cosas.
  • Durante uno de los penosos Madrid – Baça recientes, un amigo mamón me dijo por el msn: “Qué vas a hacer ahora? -Ver el fútbol. -Puedo ir a comértela mientas lo ves?” La derrota se hizo menos amarga.
  • La comunidad autónoma de la que he tenido más mamones en mi vida es el País Vasco.
  • He llegado a hablar por teléfono con amigos mientras algún marica mamón me la estaba comiendo.

San Francisco de Asís: El traje del emperador

En los mundillos del arte, siempre ha existido una moda consistente en alabar y encumbrar expresiones marginales. Cuánto más extrañas y marginales, y sobre todo, más incomprensibles,  mejor. Así, estos aduladores de lo extraño podrán filosofar, establecer mil y una teorías y críticas que nadie se atreverá a refutar por desconocimiento y miedo.

En general esta gente busca la gloria y admiración de los demás al ser considerados “entendidos” en algo. Y desde luego no es nada nuevo. Ahora podríamos decir que son los “gafapastas”, pero mi tía me cuenta que su época los llamaban “intelectuales” y no paraban de hablar de escritores franceses que nadie conocía y de los que hoy nadie se acuerda.

Todo este rollo viene para intentar resumir mi impresión sobre las diversas crónicas y críticas que he leído sobre el reciente San Francisco de Asís de Olivier Messiaen que pudimos ver en el Teatro Real este mes de Julio. Me parece que está de moda decir que San Francisco de Asís “mola”. Y eligen que San Francisco “mola” porque si eligen otra ópera de Verdi, de Britten o de Shostakovich ya no destacarán como los poseedores del gusto más “cool” e incluso alguien podría contradecirles sus teorías y apreciaciones. Y que mucha gente que piensa que “no mola” no se atreve a decirlo para no quedar como un inculto frente a esa camarilla de aduladores de la obra de Messiaen.

¿Cuales son mis impresiones? Vayamos por partes:

Messiaen, el músico

Conozco gran parte de la obra de Olivier Messiaen, y en general me parece irregular. Como compositor experimental que fue, experimentó con diversos modos compositivos, jugando con el ritmo, armonía tiempos y demás elementos del discurso musical y el resultado fue variado. Su sinfonía Turangalila me parece una de las partituras más brillantes del siglo XX, pero algunas obras para piano o para órgano me desconciertan y me aburren hasta el infinito. Además en ciertos momentos su obra peca de una autocomplacencia muy elitista: temas que solo interesaban al propio Messiaen (y que quizá solo él entendía) como por ejemplo el sonido y “música” de los pájaros acaban dominando muchas de sus obras alejandolas del resto de los mortales.

San Francisco, la obra

Ante todo he de partir de una premisa: mi nulo interés por el personaje de San Francisco de Asís, su filosofía y su espiritualismo. Lo siento mucho, pero a mi ese rollo místico-mágico-cristiano no me va un pelo. Puedo entender que un cristo freak se emocione con estas cosas, o incluso un budista si lo transpone a su terreno… pero ¿alguien que se va de copas los sábados? ¡anda ya!. Quitándole la “magia” cristiano-espiritual, desde el punto de vista dramático la obra es una soberana chorrada y no se puede considerar una ópera sino un oratorio o cantata escénica.

El siguiente aspecto a considerar son las dimensiones de la obra, 2 coros, una orquesta inmensa con diversos instrumentos poco usuales y más de 4 horas de música de una dificultad interpretativa considerable. Puede que el compositor justificara esta grandilocuencia por el tema tratado, pero como a mi este tema no me parece para nada grande, esta grandeza de medios me parece en muchos momentos excesiva. Exige demasiado al teatro que la programa, a los músicos que la interpretan y exige mucho al oyente. Si los resultados fueran como los de la teatralogía wagneriana, quizá podría justificar tanta exigencia, pero no es el caso.

¿Y la música? Pues la música de San Francisco me parece de nuevo muy irregular en muchos sentidos. Irregular en cuanto inspiración, con momento bastante aburridos y momentos sublimes. Irregular en cuanto al discurso musical, que al igual que el discurso dramático, está compuesto de fragmentos independientes entre si sin ninguna coherencia o continuidad: un ratito de percusión oriental, un ratito de coro, otro ratito de percusión, un ratito de canto llano acompañado. Lo mejor, una parte de la escena de los estigmas y el final, con una escritura coral y orquestal inmensa. Lo peor, el principio y el sermón de los pájaros.

Las funciones del “Real”

A estas funciones del Real, que han sido mi primer acercamiento a la obra, he ido con recelo, y no me importa reconocerlo. Recelo porque como abonado del Teatro Real esta ha sido la única ópera que no me han permitido devolver la entrada, un servicio muy útil para los abonados que, como yo, viajan con frecuencia y tienen problemas de fechas. Recelo por el empeño de Mortier de “iluminarnos” a todos los aficionados y descubrirnos esta maravilla. Recelo por el exceso de medios invertidos en esta producción que condenan a otras óperas a verse en versión de concierto. Recelo por el traslado al Madrid Arena, lugar que consideraba a priori muy poco apto para una representación operística. Pero al igual que acudía con recelo, acudía con muchisimo interés por todos los comentarios previos sobre la obra y por mi interés en la música de Messiaen.

Y después de seis horas y pico de representación y unos cuantos días de reflexión (en los que he aprovechado para volver a escuchar por partes la obra en diversas versiones) puedo contar mi impresiones.

El entorno me parece un despropósito: un acceso complicado al reciento, incomodidad, necesidad de amplificación, vasos de plástico en los entreactos, ruido del aire acondicionado, falta de recogimiento por culpa de la luz natural que entraba durante los 2 primeros actos, exceso de espacio vacío alrededor de la escena, etc… Llevarse la ópera al Madrid Arena con la única justificación de una “instalación” postmoderna consistente en una cúpula muy bonita que cambia de colores según nosequé es directamente una gilipollez, básicamente porque la cúpula no se ve bien desde más de la mitad del aforo y porque además no aporta nada. Si los motivos para llevarse las representaciones al Madrid Arena fueran otros como atraer a un público al que el Real le impone respeto, intentar romper la rutina operística de los aficionados, intentar crear un ambiente de ocasión fuera de lo normal, etc… podrían justificar un poco el despropósito, pero no voy a entrar a valorarlos, porque no se nos ha dicho así y nos habrían mentido en la cara a los abonados (y no se que es peor, si un gilipollas o uno mentiroso).

La puesta en escena, quitando la inútil cúpula antes mencionada es simplemente correcta. No hay casi dramaturgia, así que poco hay que hacer, ya sea bien o mal.

Los intérpretes principales, o sea, las voces (porque se actúa poco y no hay “drama”) estuvieron todos correctos. No se puede decir mucho más porque el tipo de canto casi llano y plano no da para mucho más. El pobre Marco-Buhrmester llegó fatigado al último acto. Sin embargo los coros estuvieron espectaculares en casi todas sus intervenciones. La orquesta invitada funcionó muy bien y se nota que tanto ella como su director Sylvain Cambreling tienen la obra muy trabajada, aunque algunas partes son indirigibles, como el sermón de los pájaros, con ese rollo multirítmico y salen de aquella manera.

Conclusión

Pues que quizá Mortier ha conseguido salir en todos los periódicos y que se hable de este estreno en México y en Nueva York, pero desde mi punto de vista de aficionado, un par de momentos disfrutables, bastante lejos de ser una de mis experiencias musicales más intensas de mi vida y para los que no hacían falta tantas alforjas.

Y sí, yo soy de los que dicen que el emperador va desnudo.

Todos son unos chorizos. ¿Y tú?

En estos días de crisis e indignación oímos una y otra vez que los políticos son todos unos chorizos y que tienen la culpa de todo. Así, generalizando.

Sin embargo, y sin especial ánimo de defender a los políticos (que los hay muy buenos y muy honrados) me jode especialmente cuando esas acusaciones las lanzan personas que no pueden presumir de ser honradas, sino que también son unos chorrizos. De esos que gritan que los políticos son unos chorizos más de la mitad:

  • defrauda a hacienda todo lo que puede
  • cobran el paro mientras trabajan en negro
  • no hacen ni el amago de buscar trabajo hasta que se les “acabe” el paro
  • contratan a la asistenta en negro
  • ponen sus pertenencias a nombre de los hijos para evitar pagar impuestos
  • hacen contratos por obra que no son para ninguna obra, sino falsos contratos fijos

A todas esas personas me gustaría decirles que, normalmente tenemos los políticos que nos merecemos, y que, cuando ellos dejaran de ser unos chorizos, quizá no haya ningún político chorizo.

Veranos en Madrid: Las mejores meriendas

Adoro el verano en Madrid. Sí, ese verano caluroso que para muchos es insoportable y les hace huir a playas más insoportables aún.

A mí el verano de Madrid me gusta porque te ofrece la oportunidad de intimar con los pocos que se quedan, de estrechar lazos que a veces se quedan ahí, en una historia de verano, y a veces derivan en una maravillosa amistad. Me gusta el verano de Madrid porque por fin puedes ir a cenar a los sitios que te gustan y no están cerrados. Me gusta porque por fin todo el mundo tiene tiempo de hacer esos planes absurdos para los que durante el curso nunca tenían tiempo. Y uno de esos planes es el que ocupa el post de hoy: Las meriendas.

La merienda, dulce o salada es una sana costumbre muy española y que nos ofrece una gran variedad de opciones gastronómicas. Pero no solo se trata de comer. La merienda es también un acto social donde te reúnes con un par de amigos para charlas de cualquier cosa en un ambiente agradable, con buena música y demás.

El panorama de madrileño en cuanto ofertas para merendar está tristemente dominado por grandes cadenas que además de ofrecer un producto de ínfima calidad en ambientes clonados e impersonales son bastante caras (y me estoy refiriendo a Vips con sus tortitas, Starbucks con su pastosa repostería, etc…). Sin embargo, aún quedan unos cuantos sitios donde disfrutar de una merienda agradable y de calidad a un buen precio. Y precisamente en verano es cuando, junto con varios amigos, organizamos “rutas” de meriendas por Madrid, visitando esos templos de las tartas, postres, helados y batidos. Aquí va una lista de mis favoritos:

  • El Jardín secreto (esquina de la calle Conde Duque con San Bernardino): quizá sea uno de los más conocidos: Un ambiente muy agradable, con fuente interios y buena música, dispone de una carta muy variada de tés, y unos postres de chocolate increibles. Es famosísima su tarde de zanahoria, que precisamente, no está disponible en verano.
  • Delic (Costanilla de San Andrés): Muy ricas las tartas caseras, aunque es conveniente evitarlo los domingos, pues se llena de horterillas que van de cañas a la latina y se acercan allí buscando el postre. Para las meriendas cena, en verano dispone de una terraza agradable.
  • Viena Capellanes de la calle Luisa Fernanda: Realmente la repostería de esta clásica panadería-pastelería-sandwichería de Madrid no es la mejor, pero este local es especialmente agradable, y si lo juntamos con la mitomanía de que allí trabajó Pío Baroja…
  • Nänai (Calle del Barco 26): nuevo añadido a la lisa de este año. Batidos naturales deliciosos (increible el de mandarina), tartas geniales (brownie + tarta de queso) en un ambiente con exposiciones de cuadros y fotografías, los camareros más divertidos y majos y un gran toque vintaje con sillones y sofás antiguos.

Por cierto, este verano también me he propuesto probar todos los bares de tres céntricas calles cercanas a mi casa (masañeras) donde han abierto multitud de locales nuevos y además coinciden muchos de toda la vida que aún no conozco. Debería cumplir esa promesa mía de un día, un bar

La derecha vengativa: el acoso policial al orgullo

Y es que queridos niños, esa derecha tan bien vestida de traje y de liberales, en el fondo son los mismos rancios vengativos y rencorosos de siempre. Eso sí, vestidos con trajes y con estilo.

¿A qué viene esto? Pues al acoso policial sin precedentes que están sufriendo estas fiestas del orgullo gay 2011 de Madrid y por tanto todo el colectivo gay y todos los ciudadanos de Madrid que se consideran tolerantes y quieren participar en estas fiestas. Creo que este es mi 9º o  10º ogullo en Madrid, y NUNCA había visto tanta policía. Policía que pagamos todos los españoles y que por estar haciendo turnos un jueves a las 4am no hacen otras cosas mucho más necesarias.

¿Y a qué viene este acoso? Muy fácil. ¿Se acuerdan de cuando unos cuantos exaltados se dedicaron a cacerolear e increpar verbalmente a Gallardón en la puerta de su casa por no dejar la plaza de Chueca para las fiestas del orgullo? Pues esta es su fina venganza… “Me habéis jodido esta noche… pero yo, como buen ser resentido me voy a vengar, y eso es un plato que se sirve frío, y además tengo a toda la policía munipal a mi servicio y capricho”. Y en esas estamos, en una presencial policial exageradísima en las fiestas más pacíficas y cívicas que conozco. Poniendo multas absurdas y molestando.

Esto me recuerda muchísimo a la venganza resentida que ejerce aún todos los días del año Esperanza Aguirre con María, la dueña del Pepe Botella, un bar malasañero, que se negó a servirle un desayuno por fascista el día de unas elecciones. Desde ese día todos los servicios de la comunidad les hacen inspecciones casi dirarias, la policía les acosa buscando cualquier excusa para multarles. Podéis leer la historia completa y muy bien escrita en Café Pepe Botella: una anécdota de Malasaña.

Y que sepáis que esto pasa por votar a la derecha, o por no votar.