Me dispongo a narrar en esta serie de post mi aventuras y desventuras como marica en China.
Día 1: el viaje
El viaje además de largo fue curioso. Para empezar en Barajas me advirtieron de que sin visado y llevando solo billete de ida era posible que en Hong Kong no me dejaran entrar y me deportaran. Nada que no se arreglara firmando un papelito en el que certificaba que la compañía aérea me había advertido y que ellos no tendrían ninguna responsabilidad en caso de problemas. 7 horas de avión hasta Doha, capital de un país infecto llamado Qatar y otro vuelo de 7 horas hasta Hong Kong. En ambos vuelos Qatar Airways sirvió comida preparada según los preceptos islámicos. Los azafatos por supuesto también seguían los preceptos islámicos: no comían carne de cerdo pero comían pollas a pares.
Hong Kong es una locura: millones de habitantes apretados en una islita llena de edificios altísimos. Pero mi destino no era Hong Kong sino la China continental así que tenía que llegar hasta la frontera de Shenzhen y conseguir un visado. Llegar de Hong Kong a Shenzhen por tierra es un asunto curioso: un taxi hasta un punto indeterminado de la frontera, un autobús hasta la frontera de salida de Hong Kong, y desde allí otro autobús hasta la frontera de entrada en China (¿de quién serían esos kilometros entre media? misterio). Y por fin una frontera china terrestre: ¡qué maravilla!. Ahí me esperaba la parte más complicada del día: conseguir un visado multientrada para china. La oficina de visados era un mostrador con dos funcionarios chinos: uno que hacía el trabajo y otro (que sería el supervisor del primero) que solo leía el periódico. En serio, en una hora que duró el trámite el tipo no solo no habló sino que no levantó la vista del periódico. Todo como muy soviético. Tras una hora rellenando formularios en chino, haciéndome fotos estilo presidiario pero con fondo azul y después de pagar unos 300 euros conseguí por fin mi visado multientrada. Estaba tan contengo con mi visado multientrada que parecía Leeloo en “El quinto elemento” repitiendo aquelo de “multipase”. De ahí otro autobús hasta … una estación de autobuses donde decidí que ya estaba bien la broma y cogí un taxi hasta el aeropuerto de Shenzhen. Ya somo me faltaba un vuelo de una hora para llegar a mi destino final.
La llegada a la isla que va a ser mi hogar durante un mes también tuvo su gracia. Se supone que habría una persona esperándome con un cartelito con mi nombre para llevarme al hotel pero allí no había nadie. Llamada a Madrid:
pastoso: “Oye, que aquí no hay ni cristo. Dime el nombre del hotel y ya cojo yo un taxi”
manager: “Va a ser imposible que un taxista chino te entienda, toda el teléfono de “El conseguidor”, el te lo solucionará
Llamo por teléfono a “El conseguidor” y me dice que debería haber alguien esperándome, que esperara y que me volvía a llamar. A los cincos minutos me manda un SMS con el teléfono de quien debería buscarme. Llamo a ese número y es una china que habla perfecto inglés (algo raro aquí) le digo que estoy en la puerta fumándome un cigarro y aparece casi al instante. Me dice que no me había reconocido porque estaba esperando a alquien que llevara un cartel con mi nombre. Le dije que curiosamente yo también esperaba a alguien que llevara un cartel con mi nombre. Lost in translation total.
Por fin, tras 24 horas de viaje en 3 taxis 2 aviones, 2 autobuses y un coche privado llego a mi hotel: un cinco estrellas muy occidental con una cama y una bañera más grandes que las de mi casa. Por supuesto hay internet en el hotel y por supuesto está censurada por el gran firewall chino (la versión 2.0 de la muralla china): ni google ni twitter ni nada donde se pueda criticar al gobierno. No problem, salí desde casa con los deberes hechos y tres VPNs preparadas para estos casos.
Ya tranquilo y en el hotel, mientras esperaba a que se hiciera una hora normal para acostarme sin tener jet lag me conecté a los equivalentes chinos al grindr y al bender para ver cómo estaba el panorama. Son el Jack’d y blued+. La primera está en inglés y es fácil crearse un perfil, pero la segunda está en chino y tiene su gracia. Menos mal que ya la había probado en España con un amigo de risas y conseguimos saber qué era el login, el password, la ciudad y el rol (0 es pasivo, 1 activo y 0,5 versátil). Después de charlar amistosamente con unos cuantos chinos descubrí varias cosas:
- No tienen ni puta idea de inglés. Les da miedo. Usan el traductor de google para hablar conmigo, lo que lleva a situaciones tan graciosas como esta:
- Todos tienen menos de 30 años. No sé si es porque antes estaba prohibido y los mayores aceptaron una heterosexualidad fingida o porque los mayores de 30 años no saben usar el móvil. O quizás tengan ya todos novio y sean felices
- Hay chinos que no son feos. Debe ser que a España solo vienen los parias sociales o algo así.
- Todos utilizan slips. No existen los boxers.
- Se ve que debo de tener la polla más grande de la ciudad.
Día 2: la toma de contacto
En China no se madruga exageradamente: a las 8am. Bueno, para mí eso sí es madrugar, y mucho. Menos mal que un buen desayuno americano hace que la cosa sea menos dolorosa. Y mi primera gran sorpresa: el café. Saben preparar un expresso como dios manda y además bastante rico. Yo que me veía sufriendo en algún maldito starbucks para tomar algo parecido al café.
El resto del día ha sido básicamente trabajo. He conocido en persona a “El conseguidor” que es un comercial asignado para que mi vida sea mucho más fácil: me hace de interface con el resto de empleados y me lleva a cenar. Una cosa curiosa es que en China todo lo que queda debajo de nosequé río no tiene calefacción. Y vale que aquí al ser una ciudad costera no hace mucho frío… pero es que dejan las ventanas abiertas y la gente va por la oficina con el abrigo puesto. Muy comunista todo.
Lo de trabajar con chinos es muy divertido. Se ríen mucho, son tremendamente vergonzosos y cuando vas a ver lo que están haciendo se quedan parados esperando a que les preguntes algo pero sin seguir trabajando. Por no hablar del inglés horroroso que chapurrean. Van a ser unos días divertidos.
Como hoy nos han llevado a cenar a las 7 a un sitio típico se me ha hecho tardísimo y no he podido ni siquiera irme a dar una vuelta por la ciudad. Mi objetivo principal no era mariconear sino comprar una tarjeta SIM local. En cualquier caso el rodaballo ha merecido el sacrificio.
Mañana viernes promete. Mis opciones son quedar con algún mariquita del grindr/bender chinos para dar una vuelta o irme yo solito de copas a la aventura. Ya les contaré cómo sale la cosa.
Qué divertido jaja. Ahora entiendo por qué me preguntaste si sabía chino. Querías que te tradujera el grindr chino? jaja
Vaya aventuracas! ¿Cuánto tiempo te quedas allí en China?
Sigue contando por dios!!!
XD
yo no quiero decir nada, pero mi madre se ha reído bastante con esta entrada… XD
todos, todos los chinos son maricas, a que es cierto