Cambia las sábanas, ya toca. Quiero mi almohada. Me recuerda lo grande que me creo a veces. La sábanas me recuerdan lo patético que puedo ser. Pero cámbialas, ya toca. No las quiero cambiar. No sé por qué quiero recordarme que soy patético. Además no quiero dormir. Sólo quiero permanecer despierto sin hacer nada. Sentir como me puede el sueño pero yo resisto. Es lo más cercano al sufrimiento físico. El otro no se puede explicar. Ni tu mismo lo entiendes. ¿Cómo se lo vas a contar a los demás?
Encerrado en casa la música molesta. Si no soportas tu propia música … ¿cómo vas a ir a un bar? Hazte algo de comer, debes tener hambre. No, quiero sentir el dolor físico del hambre. Luego engulliré demasiada comida basura. ¿Por qué odias al mundo? ¿Odio yo al mundo o es él el que me odia a mi? No te odia. No te entiende lo suficiente como para odiarte. Lo que tu odias es dejar indiferente. ¿Dónde quedó aquello de hacer felices a los demás? Siempre con las historias de payasos tristes. Nunca aprendiste a hacer aquello bien. ¿Qué sabes hacer bien? Nada. Deja de sentirte culpable de las muertes a tu alrededor. Y cambia las sábanas.
¿Qué era aquello que te hacía reir? ¿Cuando fuiste feliz por última vez? ¿Qué es lo que no te deja volver a serlo? Vamos a buscarlo. Ayúdame a buscarlo. Pero en silencio. La música me molesta.