Perdí mi virginidad a los 19 ó 20 años. He contado tantas veces la historia, unas diciendo con fue 19 años para presumir de no haber sido un doble V (veinte y virgen) y otras diciendo que fue con 20 para presumir de haberlo sido que ya no recuerdo cual de las dos versiones es la verdadera. Su edad puede que también fuera falsa, pero para mi siempre serán 32 años. Nos conocimos en un bar hablando de gatos, era locutora de Radio Nacional y acabamos aquella noche en su casa.
Me he imaginado varias veces después de aquel polvo escuchando la radio todas las noches, escrutando las franjas horarias intentando localizar la voz de aquella mujer con la que me inicié en el sexo que ni me dio su teléfono ni yo se lo pedí. Me resulta bonito imaginarlo: una mitomanía con tufillo a romanticismo. Pero la realidad es otra: nunca busqué su voz en el dial, y nunca volví a aquel bar con la esperanza de volver a encontrarmela. Supongo que no soy un mitómano.