Adoro el verano en Madrid. Sí, ese verano caluroso que para muchos es insoportable y les hace huir a playas más insoportables aún.
A mí el verano de Madrid me gusta porque te ofrece la oportunidad de intimar con los pocos que se quedan, de estrechar lazos que a veces se quedan ahí, en una historia de verano, y a veces derivan en una maravillosa amistad. Me gusta el verano de Madrid porque por fin puedes ir a cenar a los sitios que te gustan y no están cerrados. Me gusta porque por fin todo el mundo tiene tiempo de hacer esos planes absurdos para los que durante el curso nunca tenían tiempo. Y uno de esos planes es el que ocupa el post de hoy: Las meriendas.
La merienda, dulce o salada es una sana costumbre muy española y que nos ofrece una gran variedad de opciones gastronómicas. Pero no solo se trata de comer. La merienda es también un acto social donde te reúnes con un par de amigos para charlas de cualquier cosa en un ambiente agradable, con buena música y demás.
El panorama de madrileño en cuanto ofertas para merendar está tristemente dominado por grandes cadenas que además de ofrecer un producto de ínfima calidad en ambientes clonados e impersonales son bastante caras (y me estoy refiriendo a Vips con sus tortitas, Starbucks con su pastosa repostería, etc…). Sin embargo, aún quedan unos cuantos sitios donde disfrutar de una merienda agradable y de calidad a un buen precio. Y precisamente en verano es cuando, junto con varios amigos, organizamos “rutas” de meriendas por Madrid, visitando esos templos de las tartas, postres, helados y batidos. Aquí va una lista de mis favoritos:
- El Jardín secreto (esquina de la calle Conde Duque con San Bernardino): quizá sea uno de los más conocidos: Un ambiente muy agradable, con fuente interios y buena música, dispone de una carta muy variada de tés, y unos postres de chocolate increibles. Es famosísima su tarde de zanahoria, que precisamente, no está disponible en verano.
- Delic (Costanilla de San Andrés): Muy ricas las tartas caseras, aunque es conveniente evitarlo los domingos, pues se llena de horterillas que van de cañas a la latina y se acercan allí buscando el postre. Para las meriendas cena, en verano dispone de una terraza agradable.
- Viena Capellanes de la calle Luisa Fernanda: Realmente la repostería de esta clásica panadería-pastelería-sandwichería de Madrid no es la mejor, pero este local es especialmente agradable, y si lo juntamos con la mitomanía de que allí trabajó Pío Baroja…
- Nänai (Calle del Barco 26): nuevo añadido a la lisa de este año. Batidos naturales deliciosos (increible el de mandarina), tartas geniales (brownie + tarta de queso) en un ambiente con exposiciones de cuadros y fotografías, los camareros más divertidos y majos y un gran toque vintaje con sillones y sofás antiguos.
Por cierto, este verano también me he propuesto probar todos los bares de tres céntricas calles cercanas a mi casa (masañeras) donde han abierto multitud de locales nuevos y además coinciden muchos de toda la vida que aún no conozco. Debería cumplir esa promesa mía de un día, un bar