En estas fechas tan señaladas (sí, yo también vi el discurso de Juancar) son típicas las reuniones familiares que incluyen personas que llevamos mucho tiempo sin ver. Una de las preguntas más comunes a las que nos vemos sometidos por esos familiares lejanos es esa de “Y tú qué… ¿tienes novia?“.
Momento tenso donde los haya para aquellos gays que no hayan salido aún del armario o solo lo hayan hecho con los familiares más cercanos (en ese caso la tensión se reparte entre todos los que conocen el secreto). Ante esta pregunta incluimos una serie de respuestas que pueden ser usadas a modo de escaqueo, corte o incluso salida del armario sorpresiva (esta última opción es especialmente recomendable si el consumo alcoholico agregado familiar es ya alto)
- Escaqueadoras:
- “Qué va, yo aún soy muy joven para eso“: Un clásico que además sive para mostrar nuestro lado más golfo.
- “Qué va, nadie me quiere“: Otro clásico que esta vez refuerza nuestro lado más victimista.
- “Papá se casó a los 36. A mi me queda aún mucho tiempo para empezar a pensar en esas cosas“: sustituyendo papá por el familiar adecuado.
- Mentiras piadosas suaves:
- “Amantes, yo solo tengo amantes“: Esta deja ver nuestro lado más golfo. Tiene el peligro de tener una contrarespuesta del tipo “pues ya va siendo hora de que sientes la cabeza”
- “Sí, pero vive en Barcelona“: o cualquier otra provincia muy lejana. Es una manera de mentir en la que dejamos claro que nunca la vamos a presentar
- “Tenía, lo acabamos de dejar. Y prefiero no hablar del tema“: muy contundente. Toca fingir un rato con cara de pesadumbre.
- Mentiras fuertes (para que no vuelvan a preguntar):
- “Sí, pero tiene 45 años y está casada“: caras de horror en la familia garantizadas. Sirve como globo sonda para tantear reacciones ante cosas poco habituales en la familia.
- “Sí, pero es atea y vegetariana, así que no he intentado traerla a la cena de Navidad“: se pueden añadir más adjetivos que enfurezcan al resto de la familia en función de las tendencias políticas concretas: roja, facha, anarquista, judía, musulmana, etc…
- “Tengo tres, una en la Universidad, otra en el pueblo y otra en la playa. Espero que nunca lo descubran“: Al menos queda claro lo golfos que somos.
- Verdades a medias:
- “No, y como esto siga así estoy considerando la opción de buscarme un novio, que parece que es más fácil“: en realidad es mucho más difícil pero eso ellos no lo saben.
- “Algo hay por ahí… pero nada serio“: corremos el peligro de que sigan preguntando.
- “No, ¿para qué voy a querer una?“: y empezará un bonito debate sobre el amor.
- Salidas del armario:
- “No. Y tampoco tengo novio si es lo que querías preguntar“: dejamos claro que hipocresía la mínima.
- “Sí, se llama Menganito“: A utilizar con cuidado si el nombre puede dar lugar a equívocos. No queremos a la abuela gritando: “¿Mario? No será María, hijo mío”
- “Qué va, los hombres no me quieren“: salida del armario versión victimista.
- “Abuela, ¿tú ves que sigamos comiendo peladillas?. Pues eso, que las cosas han cambiado“: evitar en el caso de ser tan tradicionales de seguir comiendo peladillas en Navidad, claro está.
- “Bueno, tengo novio, pero gracias a que tú has votado al PP igual no nos podemos casar“: las reivindicaciones políticas siempre vienen bien en Navidad y así se iniciará un acalorado debate
- “Yo es que soy como Jesús Vázquez y Jorge Javier. Y no trabajo en la tele“: Las abuelas lo pillan enseguida.
- “¿Os acordáis de que cuando era pequeño siempre pedía una Barbie para reyes? ¿Por qué seguís haciendo esta pregunta?“: para esos típicos casos en los que la pluma ya ha hecho evidente nuestra orientación sexual.
- “No tengo. Soy gay. Pero por favor no empecéis a preguntar quién hace de hombre y quién de mujer porque eso ya no se lleva. Ahora somos todos versátiles“: somos sinceros y dejamos claro que no estamos para conversaciones chorras.