Las pajas son el disfrute del sexo en solitario. Aunque también se puedan realizar en compañía, de momento solo nos ocuparemos de las individuales. Por su propio carácter solitario la metodología del análisis de las pajas y sus rituales asociados ha de basarse por completo en los testimonios de onanistas varios, amigos y lectores de este blog, que han colaborado de manera desinteresada en este estudio.
Para algunos el ritual de la paja suele incluirse en una serie de acciones sucesivas como por ejemplo:
- El café de después de comer, paja y siesta
- Un colacao, un porrito, paja y a dormir
- Una paja, un cigarrito y a la cama
- Un capítulo de Fringe, una paja y otro capítulo de Fringe
- …
Lo primero en el ritual de todo pajillero suelen ser los preparativos, excepto que se trate de una de esas pajas improvisadas, de urgencia o medio furtivas. Centrémosnos en las pajas preparadas con mimo, con todo el tiempo del mundo disponible, con la casa sola o en la intimidad de un dormitorio. Los más precavidos lo primero que preparan es el material de limpieza de los molestos residuos que el acto de la masturbación suele dejar (otros los reciclan). Como para todo en esta vida hay clases el material de limpieza será diferente, a saber: papel higiénico o folios para los de clase baja, pañuelos de papel (más suaves por lo general) para los de clase media y toallitas húmedas de bebés para los de las clases altas.Un grupo inclasificable en ninguna clase social usa sus propios gayumbos.
Los que sean usuarios habituales de juguetes sexuales también los preparan con esmero, ya sean consoladores (para que alcancen la temperatura deseada), huevos tenga (con su lubricación) y otros objetos cotidianos. Además otros incluirán en los elementos necesarios para su paja un condón (paja deluxe) , lubricante o cremas masturbatorias con efectos diversos (eso solo los sofisticados de alto poder adquisitivo).
Otro paso común en todo ritual antes de comenzar la paja suele ser asegurar la privacidad: cerrar puertas y persianas o cortinas. Sin embargo algunos prefieren todo lo contrario y abren ventanas y cortinas de par en par por si algún vecino (o vecina) quieren fisgonear.
Entre aquellos que usan el porno como parte de su ritual masturbatorio podemos distinguir dos grandes grupos: los organizados que preparan las escenas que van a usar, casi calculando los tiempos para lograr “corridas simultáneas” y los que prefieren improvisar según va avanzando el tema pajeril picoteando escenas de aquí y allá.
Para empezar solo queda elegir el sitio: ese santuario privado del goce solitario. A algunos le da igual y lo pueden hacer en cualquier lugar de la casa. Otros prefieren la comodidad de su cama o de su sillón preferido (sobre todo los que tiran de porno). Los más extravagantes son los que se quedan de pie. Tras situarse en el lugar elegido hay que acceder al miembro para comenzar. Aquí también hay gustos: los hay que les basta con sacarse el miembro con un par de botones del pantalón desabrochados, los que se bajan pantalones y calzoncillos hasta la altura de los huevos de tal manera que ejercen una presión extra, el clásico pantalones por los tobillos (a evitar si no está solo por si conviene tener que interrumpirla) y los naturistas del desnudo total.
A partir de aquí comienza la paja propiamente dicha, donde cada uno, según sus gustos, la acompañará de música, silencio, gemidos en la soledad, tocamientos variados o juegos. Unos se acariciarán los pezones, otros todo el cuerpo, otros solamente el ano. Algunos la harán rápido, otros la alargarán lo máximo. Una mano, siempre la misma o alternado, dos manos (en función del tamaño del miembro, que también podrían ser dos deditos en casos extremos), con los dedos alternados… son mil los procedimientos disponibles para el onanismo.
El momento final del ritual: ¿dónde correrse? Los más sosos y limpios prefieren forzar el momento de la eyaculación para que esta se produzca directamente sobre uno de los elementos desechables mencionados anteriormente. Otros por comodidad o fantasía de sentir la lefa contra su cuerpo deja que esta libremente siga su camino, y en función de la postura correrse sobre la tripa, o pecho. Algunos son muy fans de hacer “piscinas para Cleopatra”, esto es, llenarse el ombligo de tal manera que parezca una bañera llena de la famosa leche de burra en la que se bañaba la última reina de Egipto. Para terminar, hay un dicho popular que dice: “corrida que no llega a la cara, no es paja ni es nada“.
Disfruten sus pajas, sea cual sea su ritual.
Muchas gracias a @ranita_caxonda por la foto tan sugerente que ilustra este post